martes, abril 05, 2005

Ausencia astral

Al levantarme mi mano fue directo al pecho. Busqué en todo mi torax sin encontrarlo. Pensé que podía estar en mis tripas, pero nada. Revisé cada fibra de mi cabeza. En otras ocaciones ahí estaba tratando de liberarse de la racionalidad y casi siempre saliendo avante. Pero tampoco.

Lo busqué en lo largo de mi garganta. Un nudo en mi tráquea me hizo reflexionar la posibilidad de hallarlo. No, nada. En alguno de mis sueños de aquella noche se pudo haber quedado. Seguramente decidió permanecer en ese mundo del imaginario colectivo donde uno es el arquitecto de los propios argoritmos.

También está la posibilidad de que haya decido hacerse chiquito, imperceptible a mis ojos pero todavía latente a mi sentir. Puse especial atención en el corrido de mi sangre, pero no circulaba nada.

Mi mayor temor es que halla decidido dejarme para siempre y con su partida nunca más poder sentir esas sensaciones de las que me he vuelto adicto los últimos años de mi vida. No se lo reprocharía. Mi necedad de hacerlo funcionar, sin previos cuidados, en todo momento lo han vuelto vulnerable y perceptivo a las dolencias de la existencia.

Quiero creer que ha decidido marcharse por un tiempo y, en un momento inesperado, regresará, después de recapacitar, para seguir deseando buscar ese vuelo astral.

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