Sufro de sordero crónica. Hay momentos en los que el raciocinio perdura en las acciones de mi persona. El famoso "deber ser". Pero, en otras ocasiones, es el espíritu idílico el conductor de mi vida. No importa cual perdure en su momento, ensordece los pensamientos del otro.
Pongamos un ejemplo: Cuando una persona se gana mi confiaza y afecto, le soy fiel a su persona (gritos idílicos). Pero si ésta realiza acciones hirientes, el primer sentimiento reacciona con gritos al raciocinio. Todo con el objetivo de no perder un vínculo con la persona estimada. Complejo de sordera crónica.
Pero cuando esta persona repite las acciones hirientes, el raciocinio comienza a manifestar sus inconformidades y sus voces suben de tono (gritos de la razón). De esta manera el sentimiento idílico sede terreno para dejar de escuchar plegarias dulces.
En pocas palabras mi sordera crónica se inclina por la razón o el sentimiento y me es difícil mediar ambas facetas para encontrar un equilibrio en mi persona. Hoy no sé a qué grito hacerle caso. Pero mientras ambas disputan el espacio de mi sentir, el silencio de mis acciones empieza a ser estridente. Sufro de sordera crónica.
lunes, abril 25, 2005
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2 comentarios:
No estoy para meterme, pero yo digo que se despejen los tímpanos y se den un buen espacio para no quedarse más sordos.
Mucha confianza puede llegar a ser catastrófica.
Sabia eres Bere. Si teneís razón, basta de las polaridades anímicas-intelectueloides y al demonio con la confianza excesiva.
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