miércoles, octubre 31, 2007

Cartel deportivo



Con una cena con vino incluido, la película de Los Simpson para amenizar el camino y la vista de Paris en la noche, Francia y Europa me dieron la bienvenida. Cuando mi idilio con la ciudad del amor iniciaba, dos policías de migración me esperaban en la entrada de mi vuelo a Madrid.


Provenir de México, ser joven y cargar con dos maletas medianas resultó mucha sospecha de ser narcotraficante en potencia con altas posibilidades de traer droga en mi maleta. Con un español entendible, me explicaron que sería sometido a una revisión con un examen anti doping incluido.


Me llevaron a un cuartel. Las preguntas no se hicieron esperar. Ahí me revisaron desde mis papeles hasta la punta de mis tenis. Firmé una carta donde aceptaba que me realizaran un examen de orina. Ni en mis tiempos de deportistas me habían sometido a una prueba de consumo de droga.


Luego de explicarles mi profesión inició el leguaje universal de nuestra sociedad… los deportes.

Uno de los policías resultó amante del tenis y se sorprendió cuando le dije que había entrevistado a varias raquetas francesas que él admiraba. De nariz larga y con ventitantos años de edad, se encontraba emocionado por el Masters de París que se está jugando esta semana. Su favorito es el Novak Djokovic. Le aposté que el ganador iba a ser Roger Federer, pero el confía en el serbio revelación de esta temporada.

No podíamos dejar de hablar de futbol y lo bien que está el Olimpic de Lyon. Seis títulos al hilo y se ve imbatible por mucho tiempo más. Su referencia sobre el futbol mexicano sigue siendo Hugo Sánchez pero ahora también hablan de Rafa Márquez y Giovanni Dos Santos.

Cuando les dije que mi equipo favorito era Pumas. El otro policía de inmediato se levantó su camiseta para enseñarme una playera de nuestro equipo azul y oro. Este oficial galo, el único que hablaba español, en sus vacaciones por México había asistido al mítico estadio Olímpico de Ciudad Universitaria. Como era de esperarse, se enamoró de la UNAM.

Pasaba el tiempo y no aparecía mi maleta. Me acompañaron al mostrador de Air France para que ellos mismos hicieran el trámite de mi vuelo a Madrid. Para esos momentos yo debía de estar llegando a la capital española.

Luego me regalaron un ejemplar de L’Equipe. Orgullosos me presumieron de ser su periódico favorito y la gran calidad editorial. Si quitamos su cacería de brujas contra el estadounidense Amstroung por el Tour de France, es de los mejores del planeta.

Entre charlas sobre tenistas franceses, sobre la oportunidad de Brasil por albergar una Copa del Mundo, lo bien que maneja Sebastián Bourdais y lo competitivo de la Liga de Campeones me dejaron ir.

A las once y media de la noche conocí Madrid. Cinco horas después de lo programado. Mi primera impresión se enfocó en su urbanidad: armonía total. Después de un año y medio por fin me reuní con mi primo Guillermo. Ya lo extrañaba.

De mi maleta no sé nada… pero que no se tarde en aparecer.

Consejo: Las puertas del metro de Madrid no se abren automáticamente ni tienen dibujitos. Se les debe apretar un botón en la puerta ¿por qué nadie me advirtió? (aquí también hay existe el metro de Cuatro Caminos, jojojo)

2 comentarios:

Gade Herrera dijo...

Mientales la madre, diles que eres terorista de ETA, que estas ligado con el Al-qaeda, que eres capitalista post marxista... y ya después te ríes.
jajja

Saludos alex, felices vacaciones

Laula Maga dijo...

Veo que este post ya tiene rato pero pss qué mal te la pasas ehhh!! jaja, buenas las anécdotas de la paseada,
Espero estés muy bien.
Saludos!