Suspiré por él. Lo busqué por todas partes y no pude encontrarlo. Su ausencia ha invadido mi subconciente somnífero. Mi tranquilidad depende de su presencia pese a tener otros quien sofoquen mi sentir.
Cómo olvidar los momentos de aprietos en los que logró minimizar mi ansiedad ante los entes coléricos exigiendo mi cabeza. La cuesta a Plateros no representó un tormento tan irascible pese a lo extenso del camino y la temperatura infernal de alrededor.
La obstrucción en el camino rumbo a la utópica universidad fue otro episodio en el que su mirada minimizó mi pánico invernal. Inclusó fungió como guía en nuestra expedición a las playas exóticas del sur. Soportó embestidas, travas, barrancos y castigos de la naturaleza sin mostrar un rasgo de reprocho.
¿Donde estás burro? ¿Quien suplantará al guardían de mis caminos? ¿Qué otra voz hipnotizará mis sentimientos contradictorios para evitar colisiones cantadas? Guardo la esperanza de una sincronía que te devuelva a mis manos y de fin a mi pena.
NOTA: Burro es una pequeña figurita que se encontraba en mi coche hasta la semana pasada.
martes, marzo 29, 2005
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