sábado, marzo 19, 2005

Malditas faltas inesperadas.(Reseña futbolera: La ocasión lo ameritaba)

Las chicas de la Universidad de futbol rápido se jugaban el todo por el todo. Su rival en puntos para pasar a la semifinal, ciertas borregas mexiquences, acababan de ganar 8-0 y las ponía con un mayor número de goles anotados. El juego entre la UNAM contra la ESEF definiría si las auriazules pasaban a la semifinal o el Tec le haría compañia a las futuras educadoras físicas en la siguiente ronda.

Como buen periodista, sin tratar de sonar pretencioso, pregunté los márcadores de los otros tres equipos que conformaban el grupo de las Universitarias. Mis cuentas me decián que las chicas pasaban con el simple empate. Si perdían, que no fuera por una diferencia mayor a un gol y que anotaran tres goles.

Cada balón se disputó con fiereza. En una batalla memorable, las pumas lucharon a campo abierto sin tregua ni condolencias. Los goles empezaron a caer. Derrota, empate, derrota, empate y derrota. Las chicas siempre tuvieron que buscar remontar las anotaciones.

Por momentos me convertí en una especie de letrero electrónico pues a cada gol checaba mis estadísticas y los espectadores me preguntaban si las Universitarias estaban afuera. En los últimos minutos un gol de las pumas daba la esperanza. Marcador final4-3. Mis cuentas no daban crédito a lo sucedido.

Resulta que habían empatado en puntos con las borregas de Toluca. Críterio de desempate diferencia de goles. +2 y +2. Siguente criterio, mayor número de goles anotados: 12 y 12. por ende empatadas tambien en número de goles encontra.

Algo insólito. Empate en todo. La lógica diría que el siguiente criterio sería el enfrentamiento directo, lo cual le hubiera dado el pase a las Universitarias pues habian goleado a las borregas. Pero no fue así. Según el reglamento el criterio de desmpate sería el número de faltas cometidas.

Mientras se revisaba las reglas y daban un veredicto final, la espera fue insoportable. Todas las jugadoras caminaban de un lado para otro. Algunas se cambiaban mientras aparecían las caras de resignación. Lo que fueron cinco minutos, se convirtió en décadas de latidos intactos y espectantes.

Despues de checar cada acta de los juegos disputados, las borregas clasificaron y así terminaron con el sueño de las auriazules. Son momentos de una melancolía acompañado de insatisfacción y un poco de coraje por haber perdido por algon tan irracional como el número de faltas.

Una medida de desempate que no cambia en nada si se hubiera realizado un volado. Fue un partido que sufrí como expectador y no pude guardar la supuesta objetividad del periodista. En varias ocasiones salté de mi lugar y lancé un par de goyas. Pero ¿Quién no recuerda a Enrique Garay narrando la final de los 400 metros en las Olimpiadas pasadas?

"Arranca la final de los 400 metros rama femenil... ¡¡¡Vamos Ana!!!!" [...]

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