domingo, julio 24, 2005

Más amarillo que nunca

Es inevitable no emocionarse cuando uno ve casos como el de hoy. Hace varios años este ciclista era uno del montón hasta que se enfrentó al peor de los rivales existentes: el cáncer. La salida fácil hubiera sido la autocompasión y la aceptación de la derrota, pero no para alguien con el temple de un atleta.

Cuando el doctor le preguntó por su nombre después de una operación de la cual podía haber dejado trastornos irreparables, no tardó en decirle ?Sí, soy Lance y soy capaz de patearte el trasero con mi bicicleta?. En el siguiente Tour de Francia ya no fue el mismo.

Pedaleó no por un campeonato, ni por querer demostrar ser el mejor, y mucho menos por la recompensa económica. Corrió por el simple justo de sentirse VIVO. Porque nunca olvidó la sensación de saborear el aire en la cara mientras se olvida trivialidades sin sentido.

Esta energía pura logró el campeonato más importante en cuanto a ciclismo se refiere. Y no sólo lo logró una, sino dos, tres, cuatro, cinco (con este record empataba a los legendarios ciclistas del Tour quienes se pensaban inalcanzables), seis y ayer el anhelado siete.

Sus rivales siempre declararon que mientras Lance se mantuviera activo, por más esfuerzos que se realizaron, era imposible vencerlo. Las estrategias por equipos, etapas contra reloj y los días de lluvia no fueron obstáculo alguno.

En todo este tiempo Amstrong nos mostró el significado de su famosa frase ?Livestrong?. Un grito de guerra desde las pistas para la cotidianidad. Ese amarillo de las pulseras, lástimas de su prostitución comercial, fue el emblema contra las adversidades.

Ahora Lance está más amarillo que nunca, pues su legado es difícil alcanzar e imposible de superar.

Gracias Amstrong, por más historias deportivas como las de hoy.

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