viernes, julio 15, 2005

Por que no soporto verla sufrir

Señorita Julia:

Después de ver lo desdichada que eras al ser seducida por un desgraciado, por momentos me sentía impotente por no poder ayudarla. Pese a observar en sus sentimientos aires de grandeza y complejo de superioridad por ser, según la sociedad, persona de alto prestigio, sigue siendo una chica con sentimientos sinceros y entendibles.

En un principio parecías una niña visceral y superflua ?me atrevo a hablarte de tu porque no encuentro algún impedimento para no hacerlo-, pero después de observar cómo veía a Juan, con ojos cristalinos e indefensos, percibí su nobleza y entrega.

No juzgo su aristocracia, ni me asusta. Sé que es un escudo para defender su corazón de posibles ataques. Muchas veces también lo hago, con la diferencia de que yo uso la amistad como coraza en lugar de posiciones sociales.

Pese a estar a unos metros de ti, no pude defenderte cuando ese tal Juan te golpeaba brutalmente. Mis nudillos se estremecían al mismo tiempo en que mis labios se apretaban entre sí. Cuando ese innombrable te aventó el trapo de la cocina y este se estrechó de manera violenta contra tu suave piel, me levanté de mi lugar y por un instante estuve apunto de abandonar mi papel de espectador.

Cuando abandonaste aquella cocina de aire poblano, hasta con una Cristina incluida, con el cuchillo en la mano, la orden de ir al gallinero y el alma fracturada por un anhelo, el más efímero de los suspiros, en mi mente pensó que tal vez reflexionarías de lo sucedido y enfrentarías al sinvergüenza quien se atrevió a jugar con tu corazón.

No debes tener miedo de tus sentimientos. Encáralo, desgarra su orgullo con inteligencia, embiste su misoginia con palabras duras y demuestra alegría al no tener complejos por ser quien eres.

Una mujer, con espíritu de niña, valiente, entregada, con orgullo y fresca para amar a quien decidas. Así es señorita Julia. Usted es la salvadora de su sentir y mientras lo logra, yo estaré en esa cocina para sonreír de su actuación.

Con cariño, Chitiva.

Nota: La señorita Julia es parte del imaginario de August Strindberg quien reencarna en una obra de teatro del mismo nombre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado chitiva!! no se deje convencer por las lágrimas de una damicela que también tiene cola que le pisen... las lágrimas de cocodrilo a veces nos confunden, y para que exista una pareja demente se necesitan dos. Juan y Julia no son la excepción.
La gran ventaja del teatro es que nos deja ver lo que en ocasiones nos da miedo presenciar en la realidad, sin embargo existe.

Saludos
Espora del Mal

Chitiva dijo...

Querida esporita del mal, tienes toda la razón. Pero es que la señorita Julia me cautivó y el tal Juan me causó más malestar que la señorita.