De palos, hoyos y pelotas

Y el rol de deportes continúa. El fin de semana tocó cubrir un abierto de golf cerca del fin del mundo según la guía roji. Distancias kilométricas, incógnita del orden de los hoyos, términos especializados de cada acción y un calor descomunal en el recorrido de 18 banderas fueron los obstáculos por lidiar.

El primer día, mi falta de experiencia de estos eventos (sólo he jugado mini golf y golf del Nintendo) provocó que estorbara a cada rato a los competidores, y no es que me pusiera enfrente. Me colocaba en una orilla pero me convertía en un "estorbo visual" para los profesionales, según me decía el caddie (sin comentarios).

Sin exagerar, un partido de tocho entre Centinelas y Frailes reúne más aficionados que el recorrido de estos golfistas.

Lo curioso el evento fue ver a un inglés y francés, que sin importar lo burgués de su juego, se orinaba atrás de los árboles ante la sorpresa de las señoras de burguersitas (sí como hamburguesa).

Después de una tremenda fiesta el día anterior (Ah lo que hacen las fiestas fin de curso), recorrer kilómetros y más kilometras atrás de una pelotita fue todo un reto para mi mermada condición. Afortunadamente en cada hoyo había un estante de jugos pa refrescarse.

Sin duda, el último día fue el mejor de todos por la cantidad de gente que asistió y lo reñida de la competencia que se tuvo que definir en el último hoyo. La tensión fue bárbara al observar como el francesito, el que se hacía del baño a la intemperie, fallaba su tiro en busca del par y le daba el campeonato al mexicano.

Por cierto, como sucedió cuando fui a la Cart, en un rincón del Club había una pared con los escritos realizado de dicho evento. Es rete emocionante ver tu nombre entre todo lo cronicado.