De pequeño solía observar a los corredores de maratón a un lado de la calle donde mi padre me sostenía de la mano para no recoger las esponjas de aguas que se solían dar a los corredores. El pasado domingo regrese una vez dicho evento.
A diferencia de otras veces, ahora fue desde un microbús siguiendo la ruta de las corredoras punteras. Como sucede en toda carrera, todos salen con una energía bárbara para ir rezagándose poco a poco. Lo interesante de la competencia era ver quién era capaz de ganar a las kenianas.
Y sucedió el milagro. Después de liderar por 22 kilómetro continuos, una corredora de nombre Alicia rebasó a la puntera en plena avenida Insurgentes. Nunca más perdió el primer puesto, pero quienes vimos cómo se recuperó de una distancia de hasta casi un kilómetro fue digno de aplaudirse.
Ver un maratón desde un pesero es algo peculiar, pues uno puede apreciar las estrategias de las competidoras. A veces dan tirones de velocidad para dejar atrás a sus contrincantes y unas más, se unen para cerrar el paso.
Al ver el potencial de las originarias del país africano -flaquitas, de tez oscura y zancada larga- recordé las palabras del ministro deportivo de Kenia. Este señor pidió a sus corredoras que no se nacionalizaran en otro país para poder seguir corriendo por su territorio.
Y es que a últimas fechas varias corredoras han decidido aceptar las grandes ofertas de los países árabes, como Emiratos Árabes y otros, los cuales ofrecen grandes cantidades de dinero para repatriar atletas y así conseguir medallas.
La resistencia de los kenianos es nata, pues tiene que correr distancias kilométricas desde pequeños para desplazarse de un lugar a otro. Sus condiciones de vida los hacen tener excelentes elementos físicos para poder competir en distancias de 3 mil, 5 mil, 10 mil y maratón (45 mil metros).
La nota negativa del día la dio un señor quien falleció a 700 metros de la salida. La autopsia reveló que se debió a una asfixia ocasionada por un chicle. Además de la pena de un deceso, fue que los organizadores dieron mal el nombre del fallecido y causaron un susto bastante grande a una familia de Cuatitlán Izcalli.
Seguimos escribiendo :)
miércoles, agosto 31, 2005
domingo, agosto 21, 2005
Y ésto empieza a dar sus últimas...
Justo cuando pensaba haber librado el sentimiento de nostalgia post-escolar, éste apareció sin previo aviso. Fue inevitable no emocionarme al ver las caras conocidas de la escuela después de varios meses. El primer día de clase apareció en el subconsciente efímero de la añoranza.
Como todos los inicios de semestres no pude dormir bien. La emoción de iniciar los últimos seis meses, que en realidad son cuatro, crearon un remolino en mi cabeza sobre lo que espera en este tiempo. Una materia por cursar sólo una vez por semana, el término del servicio y la redacción de, lo que parecía lejano, la tesis.
Al recorrer el clásico camino del metro a la Facultad fue inevitable pensar en las mil apretadas en los pumitas; las compras de botanas, chelas, rollos fotográficos y sin fin de artículos de primera necesidad escolar de Tienda UNAM; y las muchas comidas de la palapita que no me atreví a ingerir.
Justo en aquel espacio en el suelo de la entrada estaba la reja azul que un día fue quitada para evitar fiestas memorables con la comunidad universitaria. En ese estacionamiento fue donde tuve las primeras lecciones de cómo estacionarse sin raspar la defensa en el intento.
Las enormes rampas, seguidas de más rampas y más rampas para soportar ocho escaleras y llegar a la odiada clase de las 7 antes de que el maestro, o algún adjunto frustrado, pasara lista.
Los changarros de comida de la que tanto se quejan los alumnos pero bien que no pueden vivir sin ellos. Incluso estoy consciente que extrañaré los muros pintados de consignas cuando pensaba en cooperarme para comprar enormes cartulinas para no seguir llenando las paredes de diversos tonos grisáceos.
Aquellas escaleras donde varios amigos de Periodismo nos reuníamos con la intención de quejarnos de algún profesor, tomar una buena ensalada (algunas veces cortesía de Sara), jugar algún juego de mesa (gracias Gade por traer tus juegos) o simplemente matar el tiempo en charlas de diversas temáticas.
En fin. Al término de mi clase me di cuenta que la nostalgia empieza a absorber mis pensamientos y que éstos avanzan a varios rincones de la Universidad como la zona deportiva, el Centro Cultural o Radio UNAM.
A unos días de terminar el servicio y después de leer un buen post del apreciado amigo Dante, es momento de disfrutar más que nunca los últimos días de universitario. Al menos como estudiante de licenciatura.
Como todos los inicios de semestres no pude dormir bien. La emoción de iniciar los últimos seis meses, que en realidad son cuatro, crearon un remolino en mi cabeza sobre lo que espera en este tiempo. Una materia por cursar sólo una vez por semana, el término del servicio y la redacción de, lo que parecía lejano, la tesis.
Al recorrer el clásico camino del metro a la Facultad fue inevitable pensar en las mil apretadas en los pumitas; las compras de botanas, chelas, rollos fotográficos y sin fin de artículos de primera necesidad escolar de Tienda UNAM; y las muchas comidas de la palapita que no me atreví a ingerir.
Justo en aquel espacio en el suelo de la entrada estaba la reja azul que un día fue quitada para evitar fiestas memorables con la comunidad universitaria. En ese estacionamiento fue donde tuve las primeras lecciones de cómo estacionarse sin raspar la defensa en el intento.
Las enormes rampas, seguidas de más rampas y más rampas para soportar ocho escaleras y llegar a la odiada clase de las 7 antes de que el maestro, o algún adjunto frustrado, pasara lista.
Los changarros de comida de la que tanto se quejan los alumnos pero bien que no pueden vivir sin ellos. Incluso estoy consciente que extrañaré los muros pintados de consignas cuando pensaba en cooperarme para comprar enormes cartulinas para no seguir llenando las paredes de diversos tonos grisáceos.
Aquellas escaleras donde varios amigos de Periodismo nos reuníamos con la intención de quejarnos de algún profesor, tomar una buena ensalada (algunas veces cortesía de Sara), jugar algún juego de mesa (gracias Gade por traer tus juegos) o simplemente matar el tiempo en charlas de diversas temáticas.
En fin. Al término de mi clase me di cuenta que la nostalgia empieza a absorber mis pensamientos y que éstos avanzan a varios rincones de la Universidad como la zona deportiva, el Centro Cultural o Radio UNAM.
A unos días de terminar el servicio y después de leer un buen post del apreciado amigo Dante, es momento de disfrutar más que nunca los últimos días de universitario. Al menos como estudiante de licenciatura.
domingo, agosto 14, 2005
El Señor G
Unos juran que tiene la musculatura de 20 pumas, otros dicen que posee un no sé qué que qué sé yo. Hay quienes afirman que su sangre es azul y su piel brilla dorada pese a ser un hombre de dos piernas. La realidad es que nadie sabe cómo es pese a tener varias referencias de su persona. El Señor G despierta un sin fin de historias a partir de sus múltiples aventuras a lado de sus queridos Pumas de la UNAM.
Todos saben de sus habilidades para leer el futuro con sólo observar los callos de los pies y de su gran poder para adelantar los resultados deportivos. Y aunque la mayoría de las veces no le atina al marcador, fue el único que predijo los cuatro trofeos de los auriazules. ?El Señor G nunca prometió victorias, pero sí campeonatos?, dijo el ?Matador? Martínez amigo inseparable de dicho personaje.
Su papá era el Señor P quien era el rey de los table dance y que dominaba a todas las pollitas con su sexy tanguita de los Pumas. También sabemos que su mamá se llamaba señora G y que era una hechicera del mercado de Sonora. Pero como el niño de este matrimonio no estaba destinado a realizar segundos pisos, decidieron ponerle solo: Señor G.
Este singular personaje tenía el poco usual don de hablar con los animales desde pequeño. Así conoció a su inseparable amigo Luis Miguel, un pequeño perro chihuahua, del cual nunca se desprendería más.
En una ocasión le llegó una carta de su amigo de la infancia Roro quien lo invitaba a la Ciudad para realizar lo que más le gusta hacer: predecir el futuro. Así inició su andar por los micrófonos radiofónicos de la UNAM.
Cuando llegó de inmediato emprendió el camino para ganar el Bichampion de los Pumas. No sin antes pasar una infinidad de aventuras junto a Luis Miguel, Roro de Morelos, Jesusito en Chihuahua, Pato Drunk, Jessi James, Javi y Marquiho.
El siguiente Miércoles el Señor G cumple su gran sueño de presentar su primer disco con sus mejores aventuras. Un premio al esfuerzo y entrega de la persona más puma que el mismo puma. No se destaca por objetivo en el periodismo deportivo, pero sí el más entregado y apasionado.
Felicitaciones Señor G y a todo el equipo de Goya Deportivo. Es un disco meritorio a 15 años continuos de infundir el andar de los deportistas auriazules. Por más aventuras en el cuadrante.
"Hay personas que durante mucho tiempo nos han preguntado quién es el Señor G, cómo es y si no es descarado por pensar que los Pumas pueden ganar por veinte goles. La respuesta es muy fácil: Todos de alguna manera tenemos parte del Señor G, porque reímos, porque lloramos, porque sentimos, porque cuando la lluvia nos empapa sacamos la garra, porque somos universitarios.
Desafortunadamente no iremos a Japón, pero semana a semana estaremos ahí, en la tribuna. Ese sitio donde nacen ilusiones, ese lugar en que encierra sueños, ese espacio donde un día le juramos amor a la Universidad. Qué va, jugadores vienen y van pero el sentimiento perdura. Porque el corazón de un Puma nunca deja de latir, porque Pumas es más que una moda, porque Pumas es más que una copa.
Al paso de los años, todos contaremos que la historia se pinto de azul y se escribió con letras doradas. En el futbol como en la vida, siempre hay otro partido, siempre hay otro lugar, siempre hay una revancha.
Hace unos días le pregunté al Señor G si estaba triste por no haber conseguido el tricampeonato. Él me miró sonriendo, su silencio lo dijo todo, ´Triste jamás, recuerda que SOY PUMA".
Todos saben de sus habilidades para leer el futuro con sólo observar los callos de los pies y de su gran poder para adelantar los resultados deportivos. Y aunque la mayoría de las veces no le atina al marcador, fue el único que predijo los cuatro trofeos de los auriazules. ?El Señor G nunca prometió victorias, pero sí campeonatos?, dijo el ?Matador? Martínez amigo inseparable de dicho personaje.
Su papá era el Señor P quien era el rey de los table dance y que dominaba a todas las pollitas con su sexy tanguita de los Pumas. También sabemos que su mamá se llamaba señora G y que era una hechicera del mercado de Sonora. Pero como el niño de este matrimonio no estaba destinado a realizar segundos pisos, decidieron ponerle solo: Señor G.
Este singular personaje tenía el poco usual don de hablar con los animales desde pequeño. Así conoció a su inseparable amigo Luis Miguel, un pequeño perro chihuahua, del cual nunca se desprendería más.
En una ocasión le llegó una carta de su amigo de la infancia Roro quien lo invitaba a la Ciudad para realizar lo que más le gusta hacer: predecir el futuro. Así inició su andar por los micrófonos radiofónicos de la UNAM.
Cuando llegó de inmediato emprendió el camino para ganar el Bichampion de los Pumas. No sin antes pasar una infinidad de aventuras junto a Luis Miguel, Roro de Morelos, Jesusito en Chihuahua, Pato Drunk, Jessi James, Javi y Marquiho.
El siguiente Miércoles el Señor G cumple su gran sueño de presentar su primer disco con sus mejores aventuras. Un premio al esfuerzo y entrega de la persona más puma que el mismo puma. No se destaca por objetivo en el periodismo deportivo, pero sí el más entregado y apasionado.
Felicitaciones Señor G y a todo el equipo de Goya Deportivo. Es un disco meritorio a 15 años continuos de infundir el andar de los deportistas auriazules. Por más aventuras en el cuadrante.
"Hay personas que durante mucho tiempo nos han preguntado quién es el Señor G, cómo es y si no es descarado por pensar que los Pumas pueden ganar por veinte goles. La respuesta es muy fácil: Todos de alguna manera tenemos parte del Señor G, porque reímos, porque lloramos, porque sentimos, porque cuando la lluvia nos empapa sacamos la garra, porque somos universitarios.
Desafortunadamente no iremos a Japón, pero semana a semana estaremos ahí, en la tribuna. Ese sitio donde nacen ilusiones, ese lugar en que encierra sueños, ese espacio donde un día le juramos amor a la Universidad. Qué va, jugadores vienen y van pero el sentimiento perdura. Porque el corazón de un Puma nunca deja de latir, porque Pumas es más que una moda, porque Pumas es más que una copa.
Al paso de los años, todos contaremos que la historia se pinto de azul y se escribió con letras doradas. En el futbol como en la vida, siempre hay otro partido, siempre hay otro lugar, siempre hay una revancha.
Hace unos días le pregunté al Señor G si estaba triste por no haber conseguido el tricampeonato. Él me miró sonriendo, su silencio lo dijo todo, ´Triste jamás, recuerda que SOY PUMA".
Matador Martínez
Pd. Ustedes pueden oír a singular personajes todos los sábados a las 9 hrs por el 860 AM. No recomendable para los fieles seguidores de los de Coapa.
miércoles, agosto 03, 2005
Una laaaaaarrrrrrggggaaaaa espera en el aeropuerto
El tiempo parecía detenerse sin compasión alguna. Pasajeros iban y venían, mientras buscaba a un sinaloense quien en un par de semanas estará jugando en Bolton, Inglaterra. Las mil maneras de matar el tiempo y no dormirse en el intento.
Llegué puntual a la cita pues estaba consciente que el zorro del desierto estaría de entrada por salida en el aeropuerto chilango. Me dio mala espina observar ser el único esperando en la entrada de registro de equipaje. Al ver cómo llegaban otros compañeros poco a poco entendí que había exagerado con lo de llegar temprano.
Después de una hora, dos policías me habían contado de lo difícil que es lidiar con la gente cuando un artista, deportista o alguien famoso llega al aeropuerto. Un chico de limpieza me platicó que seguramente llegaría hasta en la noche porque así había sido en la anterior ocasión cuando el sinaloense había viajado para hacerse exámenes médicos.
Rato después los camarógrafos llegaron y no tardaron en encontrar una diversión. Vieron pasar a Belinda y la corretearon sólo por molestarla. La escena fue cómica y los demás reímos de lo sucedido.
Mientras leía mi periódico otros platicaban de sus respectivos trabajos, limpiaban su cámara fotográfica, hablaban por celular y no faltó el que aprovechó el tiempo para redactar una nota. El poco trasero que tenía había desaparecido.
Justo cuando leía un reportaje sobre lo plurifacético del Pikolín, con k y no con c. Apareció acompañado de gritos de aliente de personas que lo reconocían. Nos pidió tiempo para registrar su equipaje y después contestó a nuestras preguntas. Afortunadamente la espera había terminado.
Momentos de tensión representó la redacción inmediata en un Internet del aeropuerto. Nunca había escrito tan rápido y, aún así, tardé una eternidad para concluir. Recordé aquellos días en el Premundial de Waterpolo donde una vez terminado el juego, había que redactar en menos de 30 minutos y subir el boletín en caliente.
Se me sugirió dictar la nota pero es una habilidad que todavía no desarrollo. La jornada había terminado. No sin antes, chatear con mi prima querida quien estuvo al pendiente de mi redacción.
Llegué puntual a la cita pues estaba consciente que el zorro del desierto estaría de entrada por salida en el aeropuerto chilango. Me dio mala espina observar ser el único esperando en la entrada de registro de equipaje. Al ver cómo llegaban otros compañeros poco a poco entendí que había exagerado con lo de llegar temprano.
Después de una hora, dos policías me habían contado de lo difícil que es lidiar con la gente cuando un artista, deportista o alguien famoso llega al aeropuerto. Un chico de limpieza me platicó que seguramente llegaría hasta en la noche porque así había sido en la anterior ocasión cuando el sinaloense había viajado para hacerse exámenes médicos.
Rato después los camarógrafos llegaron y no tardaron en encontrar una diversión. Vieron pasar a Belinda y la corretearon sólo por molestarla. La escena fue cómica y los demás reímos de lo sucedido.
Mientras leía mi periódico otros platicaban de sus respectivos trabajos, limpiaban su cámara fotográfica, hablaban por celular y no faltó el que aprovechó el tiempo para redactar una nota. El poco trasero que tenía había desaparecido.
Justo cuando leía un reportaje sobre lo plurifacético del Pikolín, con k y no con c. Apareció acompañado de gritos de aliente de personas que lo reconocían. Nos pidió tiempo para registrar su equipaje y después contestó a nuestras preguntas. Afortunadamente la espera había terminado.
Momentos de tensión representó la redacción inmediata en un Internet del aeropuerto. Nunca había escrito tan rápido y, aún así, tardé una eternidad para concluir. Recordé aquellos días en el Premundial de Waterpolo donde una vez terminado el juego, había que redactar en menos de 30 minutos y subir el boletín en caliente.
Se me sugirió dictar la nota pero es una habilidad que todavía no desarrollo. La jornada había terminado. No sin antes, chatear con mi prima querida quien estuvo al pendiente de mi redacción.
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